Vuelven las jacarandas
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Llegó el mes de abril en la Ciudad de México, y con él, la época en la que las banquetas y las fachadas de los edificios se tiñen de morado con el florecimiento de las emblemáticas jacarandas. Y aunque todos los años es un evento esperado, este 2021 se siente aún más especial, ya que el año pasado la ciudad se encontraba en un momento de total incertidumbre: las primeras semanas de cuarentena. Si bien en el 2020 las jacarandas solamente pudieron ser disfrutadas desde nuestras ventanas o los techos de nuestros edificios, este año hemos podido observarlas desde el nivel de la calle de nuevo (aunque sea con cubrebocas).
Toda principal metrópolis del mundo tiene por lo menos un elemento distintivo — un edificio, monumento o plaza pública que se ha convertido en ícono de la ciudad. La Estatua de la Libertad, el Taj Mahal, la Torre Eiffel, la Ópera de Sídney… tanto para residentes como turistas, resulta de cierta manera reconfortante saber que están y estarán ahí. Pero también hay algunas ciudades en donde la naturaleza juega un rol que ninguna estructura hecha por el hombre podría emular. A lo largo de Japón, por ejemplo, los árboles de cerezo estallan con flores una vez al año, convirtiendo a la ciudad en un espectáculo de nubes color rosa pálido.

Hace casi un siglo, durante la breve presidencia de Pascual Ortiz Rubio, la Ciudad de México se preparaba para sembrar sus propios cerezos, pero se determinó que el clima de la región no era apto para ese tipo de árbol. Aún queriendo dotar a la ciudad de la belleza efímera de un generoso árbol floral, optaron por la jacaranda, una especie proveniente de Bolivia, Argentina, Paraguay y Brasil, que durante los meses de marzo y abril da flores del color morado que ahora caracteriza la primavera en la capital.
Para ambas ciudades, la temporada de sus respectivas flores simboliza algo más profundo que el cambio de estación; su función no es meramente decorativa. Durante los más duros inviernos, nos dan la certeza de que todo es transitorio, que podremos contar con un nuevo comienzo.
En tiempos de pandemia, la idea ha resultado reconfortante. Aunque aún no podemos declarar victoria contra el COVID-19, se comienza a sentir un aire de esperanza para volver a la vida como la conocíamos. Actividades como comer en nuestro restaurante favorito, invitar a amigos a nuestros hogares para compartir una botella de vino, o encontrarnos en el parque con nuestros seres queridos ha vuelto a ser una posibilidad y ¿qué mejor que poderlo hacer debajo de los paraguas morados que caracterizan a nuestra bella metrópolis?