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Hacer Ciudad – Entrevista con Juan Carral sobre Casa Emilio Dondé

agosto 18, 2020

Artículo creado por:

Karina Zatarain

Crédito Víctor Ebergenyi para Arquine

     

A pesar de que el arquitecto Juan Carral tiene más de diez años viviendo en Cancún, Quintana Roo, donde fundó y dirige su despacho JC Arquitectura, realizó gran parte de sus estudios en la Ciudad de México, y se mantiene enamorado de las dinámicas urbanas que aloja. 

La histórica avenida Bucareli se encuentra en el barrio de La Ciudadela, tocando con la colonia Juárez y a unas cuadras de la Alameda Central. Monumentos como el Reloj Chino y edificios patrimoniales como el Gaona adornan la calle, que ha sido testigo de la historia de la Ciudad de México desde la época porfiriana. Actualmente, se encuentra en un proceso de reactivación urbana, que busca rehabilitar la zona para convertirla nuevamente en un lugar atractivo para residentes y peatones. 

Junto con Reurbano, Juan Carral ha remodelado la Casa Emilio Dondé 7, un inmueble ubicado a una cuadra del icónico Reloj Chino. El edificio patrimonial fue construido alrededor de 1860 y consta de tres patios, que tomarán nueva vida al ser rodeados de unidades residenciales contemporáneas y algunos lotes comerciales en su planta baja. 

El proyecto, diseñado inicialmente en conjunto con Juan Soler y Alan Orozco, juega un rol importante en la reactivación de la zona, debido a su intención de establecer un diálogo entre el inmueble, la calle sobre la cual se ubica, y la colonia.

 

Platicamos con el arquitecto Juan Carral acerca de Casa Emilio Dondé 7.

Viviendo fuera de la Ciudad de México, ¿cómo describes el proceso de trabajar con un inmueble patrimonial, en una zona céntrica de la metrópolis? 

He trabajado con Eduardo Cadaval [arquitecto de Cadaval & Solà Morales], quien me recomendó inicialmente a Reurbano porque hemos trabajado juntos en Cancún. Aunque estoy lejos de toda esta vida urbana e histórica de la ciudad, siempre la aprecié viviendo allá, y la extraño. En Cancún tenemos otras cosas, otros paisajes y valores con los cuales trabajar, pero después de haber hecho tantos proyectos acá, fue una delicia poder regresar a trabajar con la historia. 

Este tipo de remodelaciones son retos complejos, un esfuerzo enorme y más grande que si haces algo de cero. Además de pensar en términos de diseño arquitectónico, hay otros factores en juego, sobre todo cuando el edificio es patrimonial y debes trabajar en conjunto distintas autoridades como el INAH o SEDUVI. Es importante respetar lo que hay al mismo tiempo que intentas generar nuevas dinámicas a partir del espacio dentro y fuera del inmueble. 

 

¿En qué maneras crees que este proyecto responde a las necesidades urbanas de esta zona de la ciudad?

Veo varias cosas. Cuando trabajaba con Javier Sánchez en México, en el ‘98, ‘00, por ahí, había un distinto uso de suelo, una normatividad distinta en cuanto al uso de coches, una concepción distinta de los centro urbanos como lugares inseguros. Lo que ha pasado en los últimos 10-15 años en la ciudad es increíble, y Reurbano lo ha potencializado enormemente. 

Si bien generaciones pasadas se fueron del centro hacia los suburbios, ahora está claro que la gente regresa al centro por los valores que tiene, históricos, urbanos, de infraestructura y de servicios, muchas cosas. Entonces el trabajo de Reurbano cumple una función esencial porque implementan un plan no sólo con un inmueble sino con una calle, cuadra, y barrio completo, creando un tejido de proyectos que buscan generar dinámicas parecidas con usos mixtos que los mantengan activos todo el día. 

Un edificio aislado está bien, pero cuando sumas 3 o 4 o 5, y te puedes ir caminando de uno a otro, y en uno vives pero en la planta baja del otro hay negocios, y te puedes ir a visitar a tu vecino que vive ahí también, eso genera comunidad y eso es hacer ciudad. Tiene un valor enorme.

 

¿Qué enseñanzas te deja haber trabajado en este proyecto? 

Que hay que trabajar por rescatar lo que tenemos, porque los centro históricos no se pueden hacer, existen y sólo se pueden cuidar y activar. Yo creo que la mejor vivienda es la más flexible, en donde todo el tiempo está pasando algo en los edificios. Y en cuanto a los inmuebles patrimoniales, son valiosos porque ya no construimos como lo hicieron hace cientos de años, y encontrar una manera de poder habitarlos de manera contemporánea es importante para tener presente la historia de la ciudad. 

Está claro que tenemos que buscar crear ciudades mixtas sin miedo, y Reurbano me deja que hay que dialogar con autoridades, y cambiar las normas para hacer esta idea de la ciudad mixta, que tiene que ver con densidad y uso de suelo. Los últimos 30 años hicimos ciudades dispersas, con usos de suelos muy separados. Entre más entendemos a los edificios y a la gente, más segura va a ser la banqueta, más demanda va a tener la zona, y se vuelve más divertido habitar la ciudad. Sin importar la zona, un edificio mixto invita a que se use a todas horas, y que se genere una comunidad a su alrededor.

Y finalmente, trabajar con el patrimonio construido es algo a lo cual te debes aproximar con respeto. Realmente creo que la intervención en Casa Emilio Dondé 7 es muy educada; casi no se ve. En este caso casi no se siente, es demasiado sutil. Lo importante es la vivienda y cómo funciona. De abajo es robusto, y de arriba es mucho más esbelto, ligero. En general, una estructura bien resuelta, para mí ya es bella.