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Según el arquitecto y urbanista danés Jan Gehl, una ciudad bien construida destaca y privilegia las interacciones entre el ser humano; entre los espacios construidos y las formas de vida de quienes los habitan. Suena bien en teoría, pero la realidad es que entre más grande sea una ciudad, más complicado se vuelve que las dinámicas urbanas mantengan lo que Gehl llama “la escala humana.” Idealmente, un vecindario debería ofrecer a sus residentes una diversidad de espacios que cubran sus necesidades, y modos de transporte que los permitan desplazarse convenientemente.
Como pocas otras colonias de la Ciudad de México, Polanco se disfruta más como peatón, caminando entre las amplias avenidas de su retícula. Su tejido urbano consta de edificios residenciales, comercios, recintos culturales, espacios de trabajo y una variada oferta gastronómica, pero quizá el mayor acierto de su planeación fue haber integrado frondosos espacios públicos a la colonia.
Además de estar flanqueada por el pulmón más importante de la metrópoli — el Bosque de Chapultepec — la colonia alberga diversas áreas verdes. A todas horas del día, el Parque Lincoln, la Plaza Uruguay, el Parque Machado y el Parque América se convierten en escenarios de interacción cotidiana para vecinos que salen a pasear en familia o con sus mascotas. Rodeados de comercios locales, es fácil pasar de cualquiera de los parques a tomar un café o sentarte a comer.
Para los foodies, la colonia ofrece un sinfín de restaurantes para satisfacer hasta al más exigente paladar, pero sin duda el que más destaca es Pujol, reconocido año con año como uno de los mejores restaurantes del mundo. Tras 17 años operando desde su ubicación original en Polanco, el chef Enrique Olvera comisionó el diseño del nuevo local — ubicado en la misma colonia — al arquitecto mexicano Javier Sánchez de JSa, y si bien quienes acuden al lugar van por sus platillos, el nuevo espacio cumple con su función de complementar la experiencia gastronómica a través de una relación simbiótica entre el interior y exterior.

Algo que pocos saben es que la capital mexicana es la ciudad con mayor cantidad de museos en América y, después de Londres, ocupa el segundo lugar a nivel mundial, y algunos de los museos más importantes de la Ciudad de México se encuentran en o a poca distancia de Polanco — el Museo Jumex, el Museo Tamayo, el Museo de Arte Moderno y el Museo de Antropología. Cada uno ofrece no solo una admirable colección y programa público sino una arquitectura impresionante que establecen un íntimo diálogo con el material expuesto.

Si arte se canoniza en las salas de los museos, se podría decir que nace en las de las galerías y los espacios experimentales dedicados a pensar en los límites y alcances del arte. Ubicada en la V Sección de Polanco, la Sala de Arte Público Siqueiros es la antigua casa del maestro muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, y ahora se dedica a resguardar la obra del pintor así como a gestar proyectos expositivos y educativos en torno al arte contemporáneo.
A unas cuantas cuadras, ya en la IV sección, recientemente se presentó una peculiar exposición dentro de un edificio en deterioro. El Jardín de Galileo — una colaboración entre guadalajara90210 y Reurbano — reúne diversas piezas e instalaciones de arte contemporáneo que se apoderan del inmueble, dotándolo de una última y fugaz vida antes de ser demolido para dar paso a un nuevo edificio, Galileo 92, que se integrará a esta vibrante colonia.