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Los barrios céntricos de la Ciudad de México albergan inmuebles que lamentablemente han sido abandonados en las últimas décadas. Vistos en conjunto, las viejas estructuras tejen la historia de una ciudad que se ha transformado con el tiempo, dejando atrás los modos de habitar del pasado y, así, volviendo obsoletas algunas edificaciones que tiempo atrás representaron lo más grandioso y aspiracional que ofrecía la capital.
Aunque es entendible que la arquitectura responda a su época, la realidad es que hoy vivimos en una era compleja; no podemos seguir construyendo nuevos edificios como si la ciudad y los recursos de la Tierra fueran inagotables. Tampoco debemos eliminar por completo las capas tangibles de historia que han dejado los arquitectos del pasado.
La creciente ubicuidad de nuevas torres de departamentos en el país niega una realidad alarmante; en México, el 14% de la vivienda construida está abandonada. En la Ciudad de México, muchas de estas construcciones se ubican en colonias céntricas, y algunas de ellas tienen un alto valor histórico y arquitectónico.
Debemos comenzar a repensar nuestra relación con los inmuebles emblemáticos y patrimoniales de la ciudad, tanto para convertirlos en espacios de vivienda como espacios comerciales que generen valor en las zonas que se ubican. La reactivación de un edificio no solo abre un nuevo capítulo en su historia, sino que atrae un flujo de personas y capital a la zona que lo rodea, cambiando las dinámicas sociales existentes y, si se trata de una intervención bien planea da, mejorando la calidad de vida de su contexto.
En la colonia Juárez, un ejemplo de reciclaje urbano es el caso de Havre 77, un edificio con alto valor patrimonial que, tras décadas de abandono, ahora alberga un restaurante en su planta baja y espacio flexible de oficinas en los siguientes pisos. “Si hablamos de arquitectura dentro del contexto urbano o mega-ciudades,” explicó Francisco Pardo, arquitecto a cargo de la intervención, “estamos hablando de la modificación de espacios humanos con una historia milenaria. La arquitectura del siglo XXI tiene que readaptar estos espacios ya existentes, a las necesidades de un futuro incierto, respondiendo a futuras demandas sociales.”
Havre 77 no solamente es un proyecto de reciclaje, sino también de re-densificación, ya que al unirse a Havre 69 (otro inmueble patrimonial que fue remodelado sobre la misma calle), sigue la idea de una estrategia de grupo, de barrio y de manzana, que crece y construye nuevas capas de historia; nuevas relaciones entre la ciudad, el barrio y las antiguas casas abandonadas. Ambos proyectos revalorizan y rescatan edificios olvidados con relevancia patrimonial, actualizando su uso y así generando un beneficio colectivo para la zona y sus habitantes.