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Como millones de personas más alrededor del mundo, en Reurbano nos encontramos en cuarentena, y este tiempo forzoso en casa nos ha hecho reflexionar aún más profundamente sobre el tema que nos apasiona: hacer ciudad. Queremos no solo mirar hacia adentro, sino generar una conversación más amplia acerca del tipo de intervenciones urbanas que tienen la capacidad de generar una ciudad más inclusiva, segura, activa y amable hacia los peatones.
Una de las estrategias por las que hemos apostado es la activación de las plantas bajas de nuestros inmuebles, colocando en ellas locales comerciales accesibles para peatones. Muchos edificios residenciales construidos en las últimas décadas han optado por ubicar espacios de estacionamiento en sus plantas bajas y sótanos, lo cual de inicio podría parecer comprensible, dada la creciente dependencia de la sociedad a los automóviles. Pero debemos preguntarnos, ¿qué se pierde al generar calles conformadas por una serie de edificios impenetrables? Según el reconocido urbanista Jan Gehl, las ciudades deben construirse en torno a la escala humana, es decir, los barrios deben ofrecer actividades diversas, accesibles y atractivas para quienes los caminan.
Pero simplemente generar comercio a nivel de calle no es suficiente. Las grandes metrópolis del mundo se vuelven cada vez más homogéneas al ser invadidas por las cadenas multinacionales que se multiplican en cada rincón de cada ciudad. Al contar con las mismas cadena de café, ropa o comida, las ciudades pierden sus esencias, y las comunidades que las habitan pierden la oportunidad de generar propuestas diversas y lucrativas. Por ello hemos considerado importante crear alianzas con emprendedores locales en nuestros proyectos.
Elena Reygadas o Eduardo García — los respectivos chefs de Rosetta y Havre 77 — son dos ejemplos de proyectos aliados de Reurbano que se han consolidado como parte de los restaurantes más exitosos del país. Y como ellos, existen decenas de emprendedores de distintas escalas en quienes hemos apostado para dar vida a las colonias en donde trabajamos. Por nuestra parte, tenemos claro por qué nos parecen valiosas estas alianzas: En nuestra misión por reactivar los barrios centrales de la Ciudad de México, creemos en el poder de la diversidad para generar comunidad y esencia.
Sin embargo, la maquinaria de la globalización que amenaza al comercio local no se detendrá con las buenas intenciones de unos cuantos. Es necesario impulsar una política pública que ofrezca incentivos claros para apoyar a las pequeñas y medianas empresas que no pueden competir con cadenas gigantes; que no pueden, por ejemplo, garantizar un contrato de 5 o 10 años de renta de su local. Y al buscar redensificar las colonias centrales de la Ciudad, debemos tomar en cuenta que necesitarán poblarse no sólo de residentes, sino también de todos aquellos servicios que requiere una comunidad: consultorios médicos, escuelas y guarderías, librerías, galerías y demás. La regulación urbana en términos de uso de suelo y carga fiscal debe ofrecer incentivos a quienes provean esos espacios, para asegurar que su negocio sea rentable al optar por apoyar a iniciativas locales y de servicios públicos.
La pandemia que atravesamos actualmente ha evidenciado lo vulnerables que son los comercios locales de nuestras comunidades. Detrás de cada uno de ellos, hay decenas de personas que han trabajado arduamente para hacerlos realidad, y sería catastrófico permitir que colapsen. La identidad de nuestros barrios está en riesgo. Ahora más que nunca, debemos mostrar nuestra solidaridad y ofrecerles todo el apoyo que nos sea posible, para poder encontrarnos de nuevo una vez que la crisis haya pasado.