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Artículo creado por:

Por. MArq. María Bustamante Harfush. (FUNDARQMX) 

Nacer en un entorno de condiciones mínimas, prepararse y hacer algo por transformarlo es la celebración del Pritzker otorgado este 2022. La medalla al mérito arquitectónico sesga su mirada a las soluciones arquitectónicas sensatas con una realidad social que vive el mayor porcentaje de los habitantes del mundo. 

Diébédo Francis Keré, tuvo la fortuna de salir de su entorno, a partir de una beca para formarse como arquitecto en Alemania, para años después, regresar ese conocimiento y esa sensibilidad a su localidad, en forma de escuelas, centros culturales, sociales y recreativos. 

 

Francis Kéré en el exterior del pabellón de Xylem en Montana. Fotografía: Erik Petersen  Al Día News 

Ejemplo real del “arquitecto descalzo” (Johan Van Lengen) quien, atento a las condiciones de su entorno natural proyecta los espacios con lo que tiene a la mano, ofreciendo con los menores recursos económicos y materiales, lo mejor para sus usuarios: muros y sombras que protejan de los 42 grados centígrados del exterior; celosías que filtren la luz y dejen pasar el aire para refrescar las aulas; algo de color para alegrar la materia prima básica de su materialidad; orificios con ollas de barro para iluminar los interiores, etcétera.  

Su objetivo: hacer feliz al usuario y hacerlos partícipes de principio a fin, desde idear la propuesta, hasta construirla y habitarla. Generar orgullo e identidad durante el proceso. 

National Park of Mali, photo courtesy of Iwan Baan pritzkerprize.com 

El privilegio de los que estudian una profesión es, que a partir de ella obtienen herramientas para crear nuevas oportunidades con lo existente y de hallar nuevos caminos para lograr las cosas, reunir dinero para los pobres, idear nuevos usos con materiales locales, entender la tradición milenaria de un lugar y transformarlo a la actualidad, lo que llamamos innovar, aunque en realidad son costumbres tradicionales de hacer las cosas entendidas a partir de una nueva mirada. 

Este siglo XXI obliga a que la arquitectura se reconcilie con la naturaleza, a una resiliencia humana de adaptación a un planeta herido, acalorado por la industria ideada a finales del siglo XIX y una sobrepoblación creciente. Construir con sensibilidad al lugar y entender la forma de construir tradicional, pero depurarla y evolucionarla es lo que proyectos como los realizados por Keré confirman que sí, es posible, una arquitectura sencilla, práctica, útil, funcional y bella. 

Gando Primary School Extension, photo courtesy of Erik-Jan Ouwerkerk pritzkerprize.com 

El premio Pritzker en los últimos años se ha convertido en un instrumento aleccionador de los arquitectos del mundo. El año pasado, con Lacaton & Vassal el reciclaje y la adaptación de estructuras de vivienda existentes para mejorar la habitabilidad. Ahora, una mirada a la arquitectura que piensa en la colectividad de manera integral y que mejora su condición de vida, esencia de esta profesión. 

Finalmente, resaltar el proceso de trabajar para y con la gente, hace que el proyecto sea de todos y se genere una identidad y un aprecio con el edificio que los albergará. El arquitecto es una guía para la comunidad de cómo construir bien el espacio. En lugares como Burkina Faso, África no existía como tal la concepción de la labor de un arquitecto y cómo sus habilidades podían generar esos espacios con los mismos materiales que siempre habían estado al alcance de ellos en cuanto a materia prima y constructibilidad. La participación de Keré como diría el mismo fue una llamada de atención a la comunidad para darse cuenta de lo que toda la gente es capaz de hacer por transformar su realidad.