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No es una tendencia nueva — alrededor del mundo se ha hablado durante décadas acerca de la necesidad de equipar mejor a nuestras ciudades para el uso de las bicicletas. Los motivos abundan: es innegable que enfrentamos una crisis climática y el ciclismo urbano es una manera de combatirla; el uso de la bicicleta es una forma de ejercicio que mejora la salud individual; se ha comprobado que quienes optan por este medio de transporte establecen un sentido de pertenencia en sus comunidades, y perciben una mejor calidad de vida. Además, los comercios a nivel de calle reportan mayores ingresos en zonas donde los habitantes suelen transportarse en bicicleta, y las empresas que incentivan a sus trabajadores a asistir al trabajo sobre dos ruedas tienen menores índices de días de enfermedad.
El caso de Copenhague es idílico. En esta ciudad danesa existen 675,000 bicicletas y tan solo 120,000 automóviles. A pesar de enfrentarse a temperaturas bajas la gran parte del año, los ciudadanos de Copenhague han adoptado a la bicicleta como su modo de transporte principal, debido en gran parte a una inversión masiva del gobierno hacia la implementación de infraestructura para ciclistas.
Tina Saaby Madsen, la Arquitecta de la Ciudad, ha diseñado situaciones urbanas que favorecen a la bicicleta en los últimos diez años, como hacer más estrechos algunos carriles para que las bicicletas sean quienes marcan la velocidad posible, o construir innovadores puentes para ciclistas que los permiten cruzar de un punto a otro sin exigirles demasiado esfuerzo físico.
Algunas personas se muestran escépticas acerca de la posibilidad de replicar el caso de Copenhague en otras ciudades, principalmente al comparar los tamaños de las manchas urbanas y poblaciones. La Ciudad de México, por ejemplo, tiene una población de 8.9 millones (sin contar la zona metropolitana), mientras que Copenhague tiene una población de aproximadamente 602,000 habitantes. El territorio que cubre la capital mexicana es mucho mayor al de la danesa, sin embargo, la Ciudad de México cuenta con una enorme diversidad urbana; entre sus colonias existen muchas — sobre todo las céntricas — que podrían fácilmente replicar algunos escenarios bici-friendly de los modelos extranjeros.
El sistema de bicicletas públicas Ecobici fue lanzado en 2010 dentro de las colonias Cuauhtémoc, Juárez, Roma Norte, Hipódromo Condesa y Condesa, con la intención de promover esta alternativa de transporte dentro de la ciudad. Aunque fue un gran paso en la dirección correcta, se debe mencionar que la ciudad aún privilegia a los automóviles.
Para que una sociedad realmente adopte un estilo de vida ciclista, es necesario que las iniciativas urbanas no se detengan con simplemente dar un espacio a medias al uso de la bicicleta, sino que se declare vehemente en contra del automóvil como el principal medio de transporte, y que sus políticas urbanas no sólo favorezcan medios alternativos sino que se opongan rotundamente a la propagación del coche.
Comenzando por las zonas donde ya es posible, la Ciudad de México debe ampliar su compromiso hacia crear una cultura ciclista dentro de la ciudad. Los pasos que ya se tomaron no son suficientes; son apenas el comienzo. Dentro de una ciudad que año con año enfrenta múltiples contingencias ambientales, un futuro sostenible sólo podrá alcanzarse a través de medidas extremas, no soluciones tibias.