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La Avenida Bucareli, la importante vía que separa las históricas colonias Juárez y Centro, es reconocida como uno de los corredores más bellos y relevantes. Bucareli fue concebida desde sus inicios para convertirse en la avenida más importante de la ciudad y de hecho por muchos años lo fue, antes de la construcción de Paseo de la Reforma. El virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa llevó a cabo diversas obras civiles durante su mandato entre las cuales se encuentran un canal de desagüe para la ciudad, la inauguración y remodelación de varios hospitales y la avenida que hoy lleva su nombre. En 1778 se mandaron sembrar árboles, construir fuentes y enormes glorietas sobre la llamada entonces Paseo Nuevo para convertirla en un centro de encuentro y recreación para los ciudadanos y así se mantuvo hasta mediados del siglo XIX. De hecho, varios cronistas la mencionan como un interesante lugar de reunión donde sucedía la vida urbana. Más tarde el crecimiento de la ciudad recortó el tamaño de la avenida y la hizo perder dos de sus tres glorietas, manteniendo únicamente la que alberga al famoso Reloj Chino.  

El caballito 

La estatua original conocida como el caballito fue realizada por Manuel Tolsá entre 1973 y 1802 en honor al rey Carlos IV de España y, en realidad, su nombre verdadero es la Estatua Ecuestre del Carlos IV. Esta obra de 4.8 metros de altura y 5.4 de largo requirió que el artista fundiera 27 toneladas de metales. En 1852 fue colocada entre Bucareli y Reforma, donde se mantuvo por 127 años para después trasladarse a la Plaza Tolsá. Durante el 2013 se intentó hacer trabajos de limpieza en la escultura, pero el uso de ácidos la dañó fuertemente, así que pasó a manos del INAH y no fue hasta el 2017 que regresó a su sitio. En su lugar histórico como encabezado de Avenida Bucareli, ahora se encuentra el emblemático Caballito de Enrique Carvajal “Sebastián”, una escultura que, en palabras del artista, se aleja del significado de dominación y conquista de su predecesor y por eso busca evocar únicamente la cabeza del animal, así no está pisando nada.

Foto: Wikipedia 

La esquina de la información     

Frente al caballito se encuentra la esquina de la información, la cual se granjeó su nombre porque ahí se encontraban las redacciones de dos de los periódicos más importantes y antiguos del país: El Excelsior y El Universal. El Universal inauguró sus oficinas en 1920 sobre Bucareli 12 bajo el titulo de Catedral de la Prensa y apenas dos años después El Excelsior inició obras para instalarse cruzando la calle, en Bucareli 17.  

El edificio del Excelsior contaba con un frente hacia Bucareli y el otro en Reforma con fachadas diferenciadas. Durante años se le conoció como el Palacio de El Periódico de la Vida Nacional. Sobre Bucareli se encontraban los departamentos de prensa, rotativas, rotograbado, almacén, un departamento de arte; las áreas de talleres y producción. El inmueble contaba con un elevador para los colaboradores, otro de carga, un vestíbulo, largos pasillos y elegantes escaleras. Mientras que en Reforma 18 se ubicaba la dirección, redacción y otras áreas administrativas. Todo el complejo tiene una elaborada interconexión y en su momento contaba con un avanzado servicio telefónico y sistema de alumbrado.  

Foto: Wikipedia 

Multifamiliares

Es imposible pasear por Bucareli sin asombrarse con los imponentes condominios de departamentos que, por la majestuosidad de su arquitectura, nos llenan de nostalgia hacia una época que sólo podemos imaginar. 

• Conjunto Vizcaya: construido por Robert Servín en 1924, en su momento se promocionaba como una de las viviendas más modernas y confortables de la época y se construyó para ofrecer los mejores servicios posibles. El edificio sufrió gran decaimiento durante la política de rentas congeladas de los años cuarenta y no fue hasta los noventas que algunos de los habitante de siempre, ahora dueños de sus espacios, pusieron manos a la obra para restaurarlo y dejarlo en el impecable estado que se encuentra hoy.   

Imagen: El Universal 

• Conjunto Mascota: inaugurado en 1913, el edificio aún mantiene sus 173 departamentos diseñados por Miguel Ángel de Quevedo. Al mantenerse prácticamente intacto, un vistazo a través de sus rejas es un viaje en el tiempo de más de cien años. La edificación la mandó a hacer Ernesto Pugibet, dueño del Buen Tono, compañía cigarrera muy importante durante el porfiriato. En aquella la época, se estableció una ley que obligaba a los empresarios a ofrecer vivienda para que sus trabajadores vivieran cerca de sus centros de trabajo y fue esto lo que dio vida a “El Mascota”.