La segunda vida de Doctor Erazo 176

Preservar el patrimonio construido de una ciudad es más que un esfuerzo estético; los edificios antiguos cuentan relatos e informan a los ciudadanos sobre un pasado del cual no fueron testigos. Para quienes rechacen este romanticismo cultural, existe otra motivo para evitar demoler los edificios antiguos de nuestras ciudades: La humanidad está peligrosamente cerca de agotar los recursos de la Tierra, y debemos comenzar a cuestionar nuestra predilección por lo nuevo. El término ‘reciclaje’ normalmente se emplea para hablar de plásticos de uso único, u hojas de papel, o cajas de cartón, pero llegó el momento de aplicarlo a las construcciones en desuso. 

Hace algunos años, una fábrica de textiles y encajes en la colonia Doctores de la Ciudad de México cerró, después de casi cien años de operación. El inmueble — tres pisos rodeando un patio central, grandes ventanales con herrería en cuadrícula, su fachada un distintivo color verde — es tan enorme como su potencial. El primer nuevo inquilino fue Buna, una empresa cafetera mexicana que colocó su tostadora dentro de la ex-fábrica. Después, algunos estudios de diseño y arquitectura vieron en el edificio la posibilidad de crear una comunidad, y comenzó a tomar forma La Laguna, un conjunto de oficinas, talleres, y espacios abiertos al público que busca reactivar la zona. 

“Hay un punto sentimental importante que es que La Laguna fue una fábrica de oficios (hilos), y muchos de los que trabajaron ahí fueron y siguen siendo vecinos,” dice Irazoque. “Estamos tocando sus puertas, hemos organizado reuniones con la comunidad para conocerlos y entender qué tipo de actividades sociales podrían ser más útiles, ya sean talleres de bordado, talleres de nutrición para mamás, o funciones de cine.” La idea es que un proyecto como La Laguna no sea impositivo para su comunidad inmediata, sino que aprenda de los vecinos para poder integrarse a la zona y mejorar la calidad de vida de los vecinos.

PRODUCTORA, un despacho de arquitectura fundado en la Ciudad de México, ha establecido dentro del inmueble su oficina y el espacio expositivo LIGA-df, una plataforma que promueve la arquitectura contemporánea latinoamericana. El despacho de diseño La Metropolitana también se unió a La Laguna, donde ahora tienen sus oficinas, showroom, y taller de carpintería. Anfora Studio, la división de diseño de la marca de porcelana Anfora, abrió un taller de cerámica dentro del edificio, donde se diseñan y construyen prototipos que después podrán pasar a producirse en serie. 

Pero quizá la parte más interesante de lo que sucede en el espacio son los proyectos de vinculación social. “El año pasado entró Gastromotiva,” cuenta Irina Irazoque, coordinadora de vinculación de La Laguna, “un proyecto orientado a acercar a la cocina a personas de escasos recursos.” Tras cuatro meses de clases gratuitas de gastronomía en el sitio, los jóvenes pasan a hacer prácticas profesionales en distintos restaurantes de la ciudad. “La intención es ayudar a gente sin acceso a escuelas sofisticadas, pero con pasión por la gastronomía,” dice Irazoque, quien está también desarrollando junto con su equipo un mapa de actores relevantes de la colonia Doctores con quienes pueden crear vínculos. 

La Lonja MX + Atelier 192

La lonja mx y la reconocida revista de moda a nivel internacional 192 crean sinergía y presentan una colaboración especial, que busca reconocer de manera íntima el inmenso talento del diseño mexicano contemporáneo; a su vez la revista presentará el lanzamiento del segundo ejemplar impreso del año con la temática: insolencia. El evento estará conformado por un espacio expositivo en el que se exhibirá en exclusiva una muestra del valioso material fotográfico que conforma la revista. Posteriormente el público podrá visitar el showroom del Edificio Dondé de Reurbano, muestras de diseñadores mexicanos, con la destacada curaduría de Danaé Salazar y Fabiola Zamora.

Fecha

20 | 21 | 22 SEPT

Categorías

MODA | JOYERÍA

Gastronomía

EXPENDIO | CONTRAMAR

Venue: Edificio Dondé
10 AM – 8 PM

Bucareli 80, Colonia Centro, Juárez,
06040 Ciudad de México, CDMX 

Acción Colectiva con Reurbano

Los problemas que enfrentan las ciudades son colectivos. Ineficiencias del transporte público, contaminación, falta de acceso a servicios y viviendas dignas son cuestiones que afectan a la población, sin embargo, es innegable que los más perjudicados suelen ser los sectores sociales más vulnerables. El caso de las pandemias no es la excepción.

Que no quepa duda: La resiliencia de la Ciudad de México ante esta pandemia dependerá de la acción colectiva. Es urgente que, como ciudadanos, pensemos no sólo en nuestra propia salud sino en la de nuestra comunidad, y tomemos las medidas recomendadas. Con actos sencillos y conscientes, podemos cuidar de y apoyar a los sectores más vulnerables de nuestras comunidades.

Todos los años, el mes de mayo se inaugura con el día del trabajo, una ocasión que conmemora la lucha internacional por condiciones laborales justas. Y aunque actualmente muchos nos encontramos navegando un nuevo paradigma de trabajo desde casa, Reurbano se conforma por un equipo diverso, incluyendo los obreros que hacen realidad nuestros proyectos. Mientras la crisis de salud pública que atravesamos tenga detenido al sector de construcción, mantendremos un firme compromiso de brindar apoyo a nuestro equipo. Hasta el día de hoy, hemos logrado donar 68 despensas para 34 familias, un esfuerzo colectivo que sigue en pie. 

 ¡No dudes en contactarnos si te interesa sumarte a esta causa! info@reurbano.mx

Acción Colectiva con Reurbano

Los problemas que enfrentan las ciudades son colectivos. Ineficiencias del transporte público, contaminación, falta de acceso a servicios y viviendas dignas son cuestiones que afectan a la población, sin embargo, es innegable que los más perjudicados suelen ser los sectores sociales más vulnerables. El caso de las pandemias no es la excepción.

Que no quepa duda: La resiliencia de la Ciudad de México ante esta pandemia dependerá de la acción colectiva. Es urgente que, como ciudadanos, pensemos no sólo en nuestra propia salud sino en la de nuestra comunidad, y tomemos las medidas recomendadas. Con actos sencillos y conscientes, podemos cuidar de y apoyar a los sectores más vulnerables de nuestras comunidades.

Todos los años, el mes de mayo se inaugura con el día del trabajo, una ocasión que conmemora la lucha internacional por condiciones laborales justas. Y aunque actualmente muchos nos encontramos navegando un nuevo paradigma de trabajo desde casa, Reurbano se conforma por un equipo diverso, incluyendo los obreros que hacen realidad nuestros proyectos. Mientras la crisis de salud pública que atravesamos tenga detenido al sector de construcción, mantendremos un firme compromiso de brindar apoyo a nuestro equipo. Hasta el día de hoy, hemos logrado donar 68 despensas para 34 familias, un esfuerzo colectivo que sigue en pie. 

 ¡No dudes en contactarnos si te interesa sumarte a esta causa! info@reurbano.mx

La Galería Karen Huber ha hecho su hogar en la Juárez

Crédito: Enrique Ortiz

La colonia Juárez tiene una larga historia, y en años recientes se ha transformado en una de las zonas más interesantes de la Ciudad de México. Distintos restaurantes, bares, cafés, comercios y proyectos culturales han encontrado un hogar ideal en los edificios patrimoniales de la Juárez, creando en conjunto una red que activa el barrio. 

Entre las propuestas que han surgido recientemente en la zona destaca la Galería Karen Huber, ubicada sobre la histórica avenida Bucareli. Tras haber pasado algunos años presentando exposiciones pop-up alrededor de la ciudad, la curadora decidió abrir un espacio permanente. Platicamos con ella acerca de las intenciones detrás de su galería, el proceso que ha vivido integrándose a la Juárez y cómo ella y su equipo han modificado su trabajo a partir de la pandemia que estamos atravesando. 

¿Cómo nació el proyecto Galería Karen Huber?

El proyecto nació hace casi 6 años tras haber estado involucrada anteriormente en diferentes iniciativas de arte. Viví un tiempo en Nueva York y ahí estuve trabajando en Art in General, una plataforma sin fines de lucro que promociona proyectos de artistas. Cuando regresé a México tenía la idea de hacer curaduría, y de ahí surgió White Spider, mi proyecto de exposiciones temáticas en sitios específicos. Hice desde la gestión de encontrar la locación hasta determinar la temática de la exposición y los artistas que la integrarían. Fueron más de 20 proyectos en más de 20 lugares, nunca repetí una locación. Y después de tres años, supe que este proyecto tendría que mutar de alguna manera a algo más sólido, y así comencé la galería. Ahora son 11 artistas que represento, y creo que junto con ellos me he enfocado en hablar a través de su obra sobre la época contemporánea que nos tocó vivir.

¿Qué tipo de propuestas artísticas buscas promover? ¿Por qué?

La línea que une a los artistas con quienes trabajamos en la galería es muy clara; nos dedicamos a trabajar y a promover la pintura contemporánea. Somos la única galería en México que se dedica exclusivamente a esto. Y en este sentido es interesante porque la pintura ya ha llegado a ser un campo más expansivo, ya no se trata nada más de los pinceles y técnicas tradicionales. De manera general, busco entender qué está pasando con los artistas, lograr que sus intereses congenien con los intereses de la galería. Buscamos ser un abanico de propuestas que giran en torno a la pintura.

¿Por qué optaste por ubicarte en la Juárez? ¿Cómo consideras que la galería establece un diálogo con la zona?

Me interesaba que fuera una zona céntrica, no tan aislada. Casi todos los proyectos que hice en White Spider se ubicaron en zonas donde ya hay una escena artística, en la Condesa, Roma, San Miguel Chapultepec, en el Centro… Lo que me gustó de este local fue que la fachada no te dice absolutamente nada, y en cuanto subes las escaleras y entras, ves este espacio de exhibición. Me gusta ese elemento sorpresa. Desde que llegamos empezamos a dialogar no solo con este espacio sino con la zona, es un lugar donde ya estaban naciendo muchos proyectos interesantes, restaurantes y tiendas y más. La Juárez tiene esta esencia de calles anchas, edificios porfirianos, estar comunicada con Reforma y otras colonias. Me interesa el tema de que una persona pueda llegar a una zona y caminar, comer, ir de compras, al teatro, a una galería. Que se vuelva una zona donde la persona puede estar deambulando, hacer todo un día en el barrio, porque es la manera en la que te topas con distintos proyectos inesperados. Al final todos los proyectos que veo aquí también son frescos y tienen sentido con la época actual.

¿De qué maneras consideras que el arte puede volverse una herramienta de cohesión social, y cómo lo aplicas en la comunidad de tu galería?

No todos los artistas tienen esa misión de cohesión, pero están hablando de la sociedad; del tiempo que nos tocó vivir. Y hay muchos artistas que incluso hacen estas colaboraciones con gente de oficio. Hacer un neon, por ejemplo, es llegar y tener una plática con un neonero del barrio. O en el mismo barrio proyectar lo que el artista quiere decir y que la gente pueda venir y entenderlo, captarlo y hacerlo suyo. Y hay esta empatía, al hablar de temas que son actuales y de intereses que son del artista, inevitablemente hay momentos en donde el espectador va a tener esa similitud o reconocimiento de lo que está viendo. Eso me parece la parte más fuerte de la cuestión social, reconocerte frente al arte como lo haces a través de un espejo.

Durante la pandemia que vivimos, ¿cuál ha sido tu experiencia como galerista? 

Como todos, estamos pasando por un momento en donde la incapacidad de planear nos limita. Tuvimos que cancelar dos exposiciones por ahora, y tenemos una en julio que seguramente tendrá que ser distinta a lo que planeamos en un inicio. Por lo menos este año cambiará la manera de habitar el espacio, ahora las inauguraciones tendrán que ser más pequeñas, por ejemplo. Las galerías vamos a tener que modificar nuestra relación con las multitudes, reducirlas, contarlas, controlarlas un poquito. Pero lo que sí ha sido una cosa de abrir los ojos es que estamos desarrollando estrategias digitales, uniéndonos a plataformas digitales para potencializar el trabajo de los artistas y lograr ventas. Estamos haciendo entrevistas con los artistas para que se conozca más su proceso a través de redes sociales. Otro proyecto que me emociona es que estamos armando una memorabilia de esta época. Me parece importante retratar lo que estamos pasando a través de la obra artística. Al final del año esperamos poder hacer una pequeña exhibición de este momento.

Crédito: Galería Karen Huber
Crédito: Galería Karen Huber

La Galería Karen Huber ha hecho su hogar en la Juárez

Crédito: Enrique Ortiz

La colonia Juárez tiene una larga historia, y en años recientes se ha transformado en una de las zonas más interesantes de la Ciudad de México. Distintos restaurantes, bares, cafés, comercios y proyectos culturales han encontrado un hogar ideal en los edificios patrimoniales de la Juárez, creando en conjunto una red que activa el barrio. 

Entre las propuestas que han surgido recientemente en la zona destaca la Galería Karen Huber, ubicada sobre la histórica avenida Bucareli. Tras haber pasado algunos años presentando exposiciones pop-up alrededor de la ciudad, la curadora decidió abrir un espacio permanente. Platicamos con ella acerca de las intenciones detrás de su galería, el proceso que ha vivido integrándose a la Juárez y cómo ella y su equipo han modificado su trabajo a partir de la pandemia que estamos atravesando. 

¿Cómo nació el proyecto Galería Karen Huber?

El proyecto nació hace casi 6 años tras haber estado involucrada anteriormente en diferentes iniciativas de arte. Viví un tiempo en Nueva York y ahí estuve trabajando en Art in General, una plataforma sin fines de lucro que promociona proyectos de artistas. Cuando regresé a México tenía la idea de hacer curaduría, y de ahí surgió White Spider, mi proyecto de exposiciones temáticas en sitios específicos. Hice desde la gestión de encontrar la locación hasta determinar la temática de la exposición y los artistas que la integrarían. Fueron más de 20 proyectos en más de 20 lugares, nunca repetí una locación. Y después de tres años, supe que este proyecto tendría que mutar de alguna manera a algo más sólido, y así comencé la galería. Ahora son 11 artistas que represento, y creo que junto con ellos me he enfocado en hablar a través de su obra sobre la época contemporánea que nos tocó vivir.

¿Qué tipo de propuestas artísticas buscas promover? ¿Por qué?

La línea que une a los artistas con quienes trabajamos en la galería es muy clara; nos dedicamos a trabajar y a promover la pintura contemporánea. Somos la única galería en México que se dedica exclusivamente a esto. Y en este sentido es interesante porque la pintura ya ha llegado a ser un campo más expansivo, ya no se trata nada más de los pinceles y técnicas tradicionales. De manera general, busco entender qué está pasando con los artistas, lograr que sus intereses congenien con los intereses de la galería. Buscamos ser un abanico de propuestas que giran en torno a la pintura.

¿Por qué optaste por ubicarte en la Juárez? ¿Cómo consideras que la galería establece un diálogo con la zona?

Me interesaba que fuera una zona céntrica, no tan aislada. Casi todos los proyectos que hice en White Spider se ubicaron en zonas donde ya hay una escena artística, en la Condesa, Roma, San Miguel Chapultepec, en el Centro… Lo que me gustó de este local fue que la fachada no te dice absolutamente nada, y en cuanto subes las escaleras y entras, ves este espacio de exhibición. Me gusta ese elemento sorpresa. Desde que llegamos empezamos a dialogar no solo con este espacio sino con la zona, es un lugar donde ya estaban naciendo muchos proyectos interesantes, restaurantes y tiendas y más. La Juárez tiene esta esencia de calles anchas, edificios porfirianos, estar comunicada con Reforma y otras colonias. Me interesa el tema de que una persona pueda llegar a una zona y caminar, comer, ir de compras, al teatro, a una galería. Que se vuelva una zona donde la persona puede estar deambulando, hacer todo un día en el barrio, porque es la manera en la que te topas con distintos proyectos inesperados. Al final todos los proyectos que veo aquí también son frescos y tienen sentido con la época actual.

¿De qué maneras consideras que el arte puede volverse una herramienta de cohesión social, y cómo lo aplicas en la comunidad de tu galería?

No todos los artistas tienen esa misión de cohesión, pero están hablando de la sociedad; del tiempo que nos tocó vivir. Y hay muchos artistas que incluso hacen estas colaboraciones con gente de oficio. Hacer un neon, por ejemplo, es llegar y tener una plática con un neonero del barrio. O en el mismo barrio proyectar lo que el artista quiere decir y que la gente pueda venir y entenderlo, captarlo y hacerlo suyo. Y hay esta empatía, al hablar de temas que son actuales y de intereses que son del artista, inevitablemente hay momentos en donde el espectador va a tener esa similitud o reconocimiento de lo que está viendo. Eso me parece la parte más fuerte de la cuestión social, reconocerte frente al arte como lo haces a través de un espejo.

Durante la pandemia que vivimos, ¿cuál ha sido tu experiencia como galerista? 

Como todos, estamos pasando por un momento en donde la incapacidad de planear nos limita. Tuvimos que cancelar dos exposiciones por ahora, y tenemos una en julio que seguramente tendrá que ser distinta a lo que planeamos en un inicio. Por lo menos este año cambiará la manera de habitar el espacio, ahora las inauguraciones tendrán que ser más pequeñas, por ejemplo. Las galerías vamos a tener que modificar nuestra relación con las multitudes, reducirlas, contarlas, controlarlas un poquito. Pero lo que sí ha sido una cosa de abrir los ojos es que estamos desarrollando estrategias digitales, uniéndonos a plataformas digitales para potencializar el trabajo de los artistas y lograr ventas. Estamos haciendo entrevistas con los artistas para que se conozca más su proceso a través de redes sociales. Otro proyecto que me emociona es que estamos armando una memorabilia de esta época. Me parece importante retratar lo que estamos pasando a través de la obra artística. Al final del año esperamos poder hacer una pequeña exhibición de este momento.

Crédito: Galería Karen Huber
Crédito: Galería Karen Huber

El edificio más emblemático de SoHo, NYC

Es difícil de creer ahora, pero el vibrante — y costoso — vecindario de SoHo en la parte baja de Manhattan, Nueva York, fue hace no mucho tiempo una de las áreas menos cotizadas de la ciudad. A finales de los sesentas, SoHo (cuyo nombre, por su ubicación geográfica, es la abreviación de la frase “South of Houston Street”), era un área de alto crimen y poca ocupación residencial, debido a que sus imponentes edificios de fachadas de hierro forjado habían pasado de ser ocupados por grandes empresas comerciales a mediados del siglo XIX, a ser utilizados como maquiladoras. No fue hasta que distintos artistas, entre ellos Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat, tomaron un interés por la zona debido a su multitud de amplios lofts con grandes ventanales — perfectos para usarse como estudios y baratos comparados al resto de la ciudad — que comenzó su transformación al barrio exclusivo que es ahora. 

En noviembre de 1968, el artista minimalista Donald Judd compró un edificio completo dentro del distrito de SoHo. Con cinco niveles y dos sótanos, 101 Spring Street le costó un total de 68,000 dólares a Judd, quien comenzó un nuevo capítulo en la historia del inmueble al restaurarlo para funcionar tanto como su estudio de arte como la casa que habitaría con su esposa y dos hijos. 

“Pensé que el edificio debía ser reparado, pero mantenerse básicamente intacto,” cuenta Judd en un ensayo que escribió acerca del edificio. “Estaba bastante seguro de que cada piso había sido de concepto abierto, ya que no había señales de muros originales, lo cual determinó que cada piso debería tener un sólo propósito: dormir, comer, trabajar.” 

Así fue como la fábrica de la calle Spring se convirtió en un ejercicio a gran escala dentro de la carrera minimalista de Donald Judd. Sus muros albergan un piso equipado simplemente con una cocina y gran comedor; otro con arte suyo y de sus colegas, y un espacio de meditación; otro con una pequeña biblioteca y su estudio de arte y, finalmente, el piso superior contiene su habitación: un pequeño baño y closet, un colchón montado sobre una base de madera casi al ras del piso y un sillón vintage. Contado así, el espacio suena tan básico como la guarura de un monje, pero cabe mencionar que si bien el edificio completo está repleto de arte contemporáneo digno de ser envidiado por cualquier museo, la habitación principal presume las piezas más impresionantes, entre ellas una instalación de luces rojas y azules de Dan Flavin que corre por todo el ventanal. 

El inmueble es fascinante no sólo por lo que alberga, sino por ser una parte clave de la transformación urbana del Lower East Side de Manhattan. El rumbo que ha tomado SoHo se puede analizar y cuestionar desde distintas perspectivas urbanas, y el caso de 101 Spring Street tiene un valor especial por su capacidad de ofrecer un vistazo a la intención inicial de la zona. Hoy en día, la fundación Judd se ha encargado de mantener intacto el edificio, ofreciendo visitas guiadas a quienes reserven un tour con anticipación

El edificio más emblemático de SoHo, NYC

Es difícil de creer ahora, pero el vibrante — y costoso — vecindario de SoHo en la parte baja de Manhattan, Nueva York, fue hace no mucho tiempo una de las áreas menos cotizadas de la ciudad. A finales de los sesentas, SoHo (cuyo nombre, por su ubicación geográfica, es la abreviación de la frase “South of Houston Street”), era un área de alto crimen y poca ocupación residencial, debido a que sus imponentes edificios de fachadas de hierro forjado habían pasado de ser ocupados por grandes empresas comerciales a mediados del siglo XIX, a ser utilizados como maquiladoras. No fue hasta que distintos artistas, entre ellos Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat, tomaron un interés por la zona debido a su multitud de amplios lofts con grandes ventanales — perfectos para usarse como estudios y baratos comparados al resto de la ciudad — que comenzó su transformación al barrio exclusivo que es ahora. 

En noviembre de 1968, el artista minimalista Donald Judd compró un edificio completo dentro del distrito de SoHo. Con cinco niveles y dos sótanos, 101 Spring Street le costó un total de 68,000 dólares a Judd, quien comenzó un nuevo capítulo en la historia del inmueble al restaurarlo para funcionar tanto como su estudio de arte como la casa que habitaría con su esposa y dos hijos. 

“Pensé que el edificio debía ser reparado, pero mantenerse básicamente intacto,” cuenta Judd en un ensayo que escribió acerca del edificio. “Estaba bastante seguro de que cada piso había sido de concepto abierto, ya que no había señales de muros originales, lo cual determinó que cada piso debería tener un sólo propósito: dormir, comer, trabajar.” 

Así fue como la fábrica de la calle Spring se convirtió en un ejercicio a gran escala dentro de la carrera minimalista de Donald Judd. Sus muros albergan un piso equipado simplemente con una cocina y gran comedor; otro con arte suyo y de sus colegas, y un espacio de meditación; otro con una pequeña biblioteca y su estudio de arte y, finalmente, el piso superior contiene su habitación: un pequeño baño y closet, un colchón montado sobre una base de madera casi al ras del piso y un sillón vintage. Contado así, el espacio suena tan básico como la guarura de un monje, pero cabe mencionar que si bien el edificio completo está repleto de arte contemporáneo digno de ser envidiado por cualquier museo, la habitación principal presume las piezas más impresionantes, entre ellas una instalación de luces rojas y azules de Dan Flavin que corre por todo el ventanal. 

El inmueble es fascinante no sólo por lo que alberga, sino por ser una parte clave de la transformación urbana del Lower East Side de Manhattan. El rumbo que ha tomado SoHo se puede analizar y cuestionar desde distintas perspectivas urbanas, y el caso de 101 Spring Street tiene un valor especial por su capacidad de ofrecer un vistazo a la intención inicial de la zona. Hoy en día, la fundación Judd se ha encargado de mantener intacto el edificio, ofreciendo visitas guiadas a quienes reserven un tour con anticipación

Impulsar la bicicleta durante la pandemia

Frente a la pandemia del COVID-19, cientos de ciudades alrededor del mundo se han enfrentado a la necesidad de replantear sus modelos de transporte público. Bajo circunstancias normales, los sistemas de metro y autobuses son buenas alternativas al coche, ya que permiten transportar a grandes números de personas a menor costo e impacto ambiental, generando menos tráfico que los automóviles. Sin embargo, las medidas de sana distancia que se han tenido que adoptar vuelven inseguros a estos medios de transporte público masivo. Aunque, por ahora, moverse en coche es más seguro que el metro o metrobús, para quienes no tienen que hacer trayectos muy largos, la bicicleta sigue siendo la mejor opción. 

En Berlín, las autoridades han expandido temporalmente los carriles para bicicletas utilizando cinta y señalamientos, creando así más espacio para que los ciclistas mantengan la distancia recomendada en sus trayectos. Jürgen Resch, el presidente de la DUH, una ONG alemana a favor del medio ambiente, argumentó que “especialmente ahora, es importante que la gente pueda moverse en bicicletas, ya que ayudará a controlar la pandemia, promover el ejercicio y mejorar la calidad del aire.” 

crédito Alejandra Crail

Alrededor del mundo, muchas organizaciones dedicadas a promover el uso de la bicicleta como medio de transporte han encontrado una oportunidad en la pandemia para impulsar su misión. Francia recientemente anunció que estudia medidas para que la bicicleta se promueva como el principal medio de transporte cuando termine la etapa de confinamiento. La contaminación del aire se ha reducido en muchas ciudades a partir de la imposición de la cuarentena. “Ha tenido que ocurrir esta situación que nadie deseaba para comprobar esta realidad,” dijo José Luis Miralles, profesor de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Valencia.

En la Ciudad de México, el epicentro de la pandemia en nuestro país, se incrementaron 48 kilómetros de ciclovías temporales en la zona norte-sur y oriente debido a la crisis sanitaria. Aún así, aún se requiere tomar medidas para garantizar la seguridad de los ciclistas, y comenzar a pensar estratégicamente sobre cómo puede aprovecharse este momento para impulsar el uso de la bicicleta en el futuro. 

Paris — crédito BBC

La ciudad de Copenhague, en Dinamarca, ha sido un ejemplo a seguir durante años en cuanto a la prioridad que se les ha otorgado a los ciclistas en la vía pública. A pesar de la mayor escala que se presenta en la Ciudad de México, hay mucho que podríamos aprender de Copenhague, sobre todo en los barrios céntricos de la ciudad donde los usos residenciales, comerciales y de oficina se mezclan. 

La pandemia actual que atravesamos ha cambiado drásticamente la manera en la que interactuamos con la ciudad, y sería un error no aprovechar este momento para re-pensar temas urgentes de movilidad y uso de espacios públicos. Con el pico de contagios aumentando día con día, aún no podemos vislumbrar un fin a la crisis, por lo cual no es ilógico pensar que las medidas que se sugieran ahora podrán ser útiles durante muchos meses más, y las vías ciclistas que se implementen deberían pensarse como más que temporales. 

Copenhagen — crédito COBE

Impulsar la bicicleta durante la pandemia

Frente a la pandemia del COVID-19, cientos de ciudades alrededor del mundo se han enfrentado a la necesidad de replantear sus modelos de transporte público. Bajo circunstancias normales, los sistemas de metro y autobuses son buenas alternativas al coche, ya que permiten transportar a grandes números de personas a menor costo e impacto ambiental, generando menos tráfico que los automóviles. Sin embargo, las medidas de sana distancia que se han tenido que adoptar vuelven inseguros a estos medios de transporte público masivo. Aunque, por ahora, moverse en coche es más seguro que el metro o metrobús, para quienes no tienen que hacer trayectos muy largos, la bicicleta sigue siendo la mejor opción. 

En Berlín, las autoridades han expandido temporalmente los carriles para bicicletas utilizando cinta y señalamientos, creando así más espacio para que los ciclistas mantengan la distancia recomendada en sus trayectos. Jürgen Resch, el presidente de la DUH, una ONG alemana a favor del medio ambiente, argumentó que “especialmente ahora, es importante que la gente pueda moverse en bicicletas, ya que ayudará a controlar la pandemia, promover el ejercicio y mejorar la calidad del aire.” 

crédito Alejandra Crail

Alrededor del mundo, muchas organizaciones dedicadas a promover el uso de la bicicleta como medio de transporte han encontrado una oportunidad en la pandemia para impulsar su misión. Francia recientemente anunció que estudia medidas para que la bicicleta se promueva como el principal medio de transporte cuando termine la etapa de confinamiento. La contaminación del aire se ha reducido en muchas ciudades a partir de la imposición de la cuarentena. “Ha tenido que ocurrir esta situación que nadie deseaba para comprobar esta realidad,” dijo José Luis Miralles, profesor de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Valencia.

En la Ciudad de México, el epicentro de la pandemia en nuestro país, se incrementaron 48 kilómetros de ciclovías temporales en la zona norte-sur y oriente debido a la crisis sanitaria. Aún así, aún se requiere tomar medidas para garantizar la seguridad de los ciclistas, y comenzar a pensar estratégicamente sobre cómo puede aprovecharse este momento para impulsar el uso de la bicicleta en el futuro. 

Paris — crédito BBC

La ciudad de Copenhague, en Dinamarca, ha sido un ejemplo a seguir durante años en cuanto a la prioridad que se les ha otorgado a los ciclistas en la vía pública. A pesar de la mayor escala que se presenta en la Ciudad de México, hay mucho que podríamos aprender de Copenhague, sobre todo en los barrios céntricos de la ciudad donde los usos residenciales, comerciales y de oficina se mezclan. 

La pandemia actual que atravesamos ha cambiado drásticamente la manera en la que interactuamos con la ciudad, y sería un error no aprovechar este momento para re-pensar temas urgentes de movilidad y uso de espacios públicos. Con el pico de contagios aumentando día con día, aún no podemos vislumbrar un fin a la crisis, por lo cual no es ilógico pensar que las medidas que se sugieran ahora podrán ser útiles durante muchos meses más, y las vías ciclistas que se implementen deberían pensarse como más que temporales. 

Copenhagen — crédito COBE