Hacer Ciudad – Entrevista con MMX acerca de Liverpool 9

Fundado en el 2010 en la Ciudad de México, Estudio MMX es un despacho de arquitectura cuyo trabajo es el resultado de procesos colaborativos que van desde el diseño de instalaciones hasta la arquitectura y el urbanismo.

Crédito: Rafael Gamo

Junto con Reurbano, Estudio MMX ha dirigido la restauración de un inmueble catalogado como patrimonio cultural sobre la calle Liverpool en la colonia Juárez. Del edificio destacan las ornamentaciones clásicas de estilo Art Decó que se observan en la fachada, pero quizás lo más interesante del proyecto es el lugar que ocupará dentro del tejido urbano de uno de los barrios más vibrantes de la Ciudad de México. Platicamos con MMX acerca del proyecto: 

A grandes rasgos, ¿cómo describirían la colonia Juárez, y su relación con el resto de la CDMX? 

MMX: La Juárez, al igual que muchas de las colonias cercanas a Reforma y al centro, está muy integrada a la ciudad y ha pasado por distintos periodos y condiciones. En este momento hay mucha oportunidad en el sentido del potencial que tiene la colonia. Ha mejorado mucho en los últimos años, pero aún se encuentra en desarrollo. Creemos que es una colonia clave del sector centro de la ciudad, por su condición de ser un área que conecta la zona centro con otros barrios al poniente, y en esa conexión urbana está su mayor potencial. 

Al aproximarse a este proyecto, ¿qué fue lo que consideraron importante de tomar en cuenta en cuanto al estilo de vida actual y futuro de quienes viven en la zona? 

MMX: El proyecto se trata de un edificio patrimonial, entonces de entrada no había lugar para decisiones que llegaran a imponer algo nuevo sobre la colonia. Es un proyecto pequeño, con sólo 10 unidades residenciales y 6 lotes comerciales en la planta baja, y un tema importante fue apostar por una ciudad menos vehicular, vinculada al peatón, para responder a quienes buscan residencias en zonas bien conectadas donde no tienen que hacerse de un coche porque tienen acceso al transporte público y a todo tipo de servicios. Este estilo de vida no es ajeno a la Juárez, entonces la recuperación de este inmueble no sólo se trata de rescatar un edificio, sino también de preservar e intensificar las dinámicas urbanas de la zona. 

¿Qué beneficios ofrecen los comercios en las plantas bajas de este tipo de edificios?

Establecer el vínculo más estrecho posible del primer nivel de un edificio con la ciudad es fundamental en intervenciones de este tipo, ya sea en edificios existentes o nuevos, que también hemos trabajado en la zona. La acción principal en estos casos es lograr que el edificio se vincule a la calle y, así, a la colonia y a los espacios públicos y comerciales que ofrece — parques, cafés, galerías, bibliotecas… Este edificio además tiene un vestíbulo espectacular, entonces se agrega una gradación más en este paso de lo público a lo privado para sus residentes.

A nivel formal, ¿qué intervenciones se realizaron al inmueble?

La verdad es que el trabajo y las acciones fueron muy sencillas, estuvieron concentradas en la recuperación tal cual, casi que de mantenimiento para conservación del edificio. No cambiamos acabados en ningún punto de la fachada, y muy poco en los interiores. Cada departamento conserva molduras y características de la época, y eso es importante porque la experiencia de habitar en este edificio debería ser con conciencia de que tiene tanta historia. El trabajo fue lograr una restauración del deterioro conservando el carácter del paso del tiempo sobre el inmueble. No queríamos que se viera como un edificio nuevo. 

¿Cuál es el valor de conservar este tipo de inmueble, en lugar de demolerlo y hacer algo totalmente nuevo?

La virtud está en darle su relevancia y exaltar el valor que tiene la historia de los propios edificios; mantener vigente un pedazo de esa historia es importante para una ciudad. Y sí hay algunas intervenciones, que aunque son contemporáneas son muy respetuosas y sutiles, casi imperceptibles.

La segunda vida de Doctor Erazo 176

Preservar el patrimonio construido de una ciudad es más que un esfuerzo estético; los edificios antiguos cuentan relatos e informan a los ciudadanos sobre un pasado del cual no fueron testigos. Para quienes rechacen este romanticismo cultural, existe otra motivo para evitar demoler los edificios antiguos de nuestras ciudades: La humanidad está peligrosamente cerca de agotar los recursos de la Tierra, y debemos comenzar a cuestionar nuestra predilección por lo nuevo. El término ‘reciclaje’ normalmente se emplea para hablar de plásticos de uso único, u hojas de papel, o cajas de cartón, pero llegó el momento de aplicarlo a las construcciones en desuso. 

Hace algunos años, una fábrica de textiles y encajes en la colonia Doctores de la Ciudad de México cerró, después de casi cien años de operación. El inmueble — tres pisos rodeando un patio central, grandes ventanales con herrería en cuadrícula, su fachada un distintivo color verde — es tan enorme como su potencial. El primer nuevo inquilino fue Buna, una empresa cafetera mexicana que colocó su tostadora dentro de la ex-fábrica. Después, algunos estudios de diseño y arquitectura vieron en el edificio la posibilidad de crear una comunidad, y comenzó a tomar forma La Laguna, un conjunto de oficinas, talleres, y espacios abiertos al público que busca reactivar la zona. 

“Hay un punto sentimental importante que es que La Laguna fue una fábrica de oficios (hilos), y muchos de los que trabajaron ahí fueron y siguen siendo vecinos,” dice Irazoque. “Estamos tocando sus puertas, hemos organizado reuniones con la comunidad para conocerlos y entender qué tipo de actividades sociales podrían ser más útiles, ya sean talleres de bordado, talleres de nutrición para mamás, o funciones de cine.” La idea es que un proyecto como La Laguna no sea impositivo para su comunidad inmediata, sino que aprenda de los vecinos para poder integrarse a la zona y mejorar la calidad de vida de los vecinos.

PRODUCTORA, un despacho de arquitectura fundado en la Ciudad de México, ha establecido dentro del inmueble su oficina y el espacio expositivo LIGA-df, una plataforma que promueve la arquitectura contemporánea latinoamericana. El despacho de diseño La Metropolitana también se unió a La Laguna, donde ahora tienen sus oficinas, showroom, y taller de carpintería. Anfora Studio, la división de diseño de la marca de porcelana Anfora, abrió un taller de cerámica dentro del edificio, donde se diseñan y construyen prototipos que después podrán pasar a producirse en serie. 

Pero quizá la parte más interesante de lo que sucede en el espacio son los proyectos de vinculación social. “El año pasado entró Gastromotiva,” cuenta Irina Irazoque, coordinadora de vinculación de La Laguna, “un proyecto orientado a acercar a la cocina a personas de escasos recursos.” Tras cuatro meses de clases gratuitas de gastronomía en el sitio, los jóvenes pasan a hacer prácticas profesionales en distintos restaurantes de la ciudad. “La intención es ayudar a gente sin acceso a escuelas sofisticadas, pero con pasión por la gastronomía,” dice Irazoque, quien está también desarrollando junto con su equipo un mapa de actores relevantes de la colonia Doctores con quienes pueden crear vínculos.